La vida es cambio. La Cuaresma, a lo largo de 40 días, nos introduce en un período de transformación y de conversión. Un período que nos invita a salir de nuestra zona de confort y encontrarnos con la soledad y el silencio. El ejercicio de mirar adentro no siempre resulta ser tarea sencilla. La Cuaresma debe ser un camino lento y este año lo representamos a través de un reloj de arena. Cada grano debe ser un compromiso que, poco a poco, vaya aumentando nuestro montoncito de buenas intenciones. Cada grano debe hacer sonreír nuestro corazón y el corazón de los otros.
El pasado miércoles nuestros alumnos tuvieron la oportunidad de comenzar este “tiempo de cambiar” con la imposición de la ceniza, símbolo de humildad y de arrepentimiento. Todos podemos mejorar, por ello, a partir de este viernes y hasta la llegada de la Semana Santa, nuestro gesto será escribir un compromiso en un papel e introducirlo en un gran tarro de cristal. Un gran montón de propósitos que nos asegurará que juntos podemos hacer un mundo mejor y a la vez nos recordará aquella frase de Gandhi: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.
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